Como se ha descrito, los implicados de la primera película de Godzilla iniciaron en años siguientes una filmografía basada en la exploración de nuevas criaturas que protagonizasen en solitario sus aventuras alejadas del mundo del saurio radiactivo, en principio. “Rodan, Los Hijos del Volcán” fue de las primeras, y quizás una de las entregas más conseguidas y equilibradas, y de reconocido éxito. Esa fulgurante estela llevaría a los cineastas a continuar con las películas inaugurales de “Mothra”, “Varan”, “Frankenstein Conquista el Mundo” y su secuela espiritual “La Batalla de los Simios Gigantes”.
Para la presente el productor Tomoyuki Tanaka le encargó a Ken Kuronuma, dedicado a trasladar para los lectores japoneses la publicación norteamericana “Amazing Stories”, que desarrollase una premisa para una nueva Kaiju Eiga. El escritor se basó entonces en el caso auténtico del piloto Thomas F. Mantell de la Guardia Nacional Aérea de Kentucky, que falleció en acto de servicio después de informar que se encontraba persiguiendo un OVNI. En este sentido cobra especial importancia dentro del argumento el primer contacto entre Rodan y las fuerzas aéreas japonesas, de dinámica totalmente vinculada a ese suceso. A continuación los guionistas Takeshi Simura y Takeo Murata se ocuparon de la escritura del guion.
Una vez comenzado el rodaje más de la mitad del presupuesto fue puesto al servicio del maestro de efectos especiales Eiji Tsuburaya. Y supo aprovecharlo al máximo: La película consta de maquetas excelentemente detalladas, siendo uno de los trabajos más reseñables del técnico nipón. La escena del ataque militar contra Rodan en la urbe de Sasebo es magistral, con una perfección en la construcción (y posterior destrucción) de los escenarios en miniatura envidiable. El rodaje de estas secuencias se llevaba a cabo durante el día en la parte trasera de los estudios Toho, y por la noche accedían a los platos de las minas. Esto era debido a que la filmación se llevó a cabo en verano y así se podía aprovechar el leve descenso de temperaturas durante la noche. Otra de las secuencias impresionantes de la trama, donde Rodan cae en el lago presuntamente derribado por los aviones conserva una anécdota que podría haber sido funesta: Mientras Haruo Nakajima, el actor que se enfundó el traje de Godzilla en su primera aparición en 1954 y aquí hacía lo propio con Rodan, se encontraba colgando de una plataforma para rodar la secuencia sobre el agua, el cable que lo sustentaba se rompió. Nakajima cayó súbitamente desde una altura de más de seis metros. Afortunadamente entre el material del traje y el agua amortiguaron la precipitación inesperada lo suficiente para que el incidente no se saldase con heridas de gravedad para Nakajima. A continuación, con su habitual sentido del trabajo, Tsuburaya le agradeció no haberse matado, ya que eso habría impedido la finalización del rodaje. Un momento que aún hoy es recordado por el intérprete del monstruo alado. En cuanto a la parte final en el Monte Aso donde uno de los monstruos trata de ascender de la lava inferior con unos movimientos se diría que desesperados, tiene su procedencia en otro suceso ocurrido durante la filmación. Mientras Tsuburaya rodaba este fragmento uno de los hilos que los marionetistas empleaban para mover a una de figuras se rompió. Lejos de cortar el rodaje, el técnico continuó filmando y es por ese motivo que a día de hoy se puede observar ese movimiento tan orgánico, agobiante y hasta atormentado de la bestia.
El protagonismo de la cinta recae en Kenji Sahara, que da vida al desmemoriado Shigeru. El intérprete ya había trabajado brevemente con Honda en la primera película de Godzilla, y con el paso del tiempo terminaría por convertirse en un habitual del director y en el actor más prolífico de la filmografía del saurio radiactivo. Sahara consigue articular con gran brillantez esa primera interpretación de incomprensión amnésica, que da paso al horror cuando recuerda lo que su cerebro había enterrado a la misma profundidad que las minas donde trabajaba. Y aunque casi se podría definir la película en cuanto a las interpretaciones de forma coral, se debe destacar también la actuación de Yumi Shirakawa, que da vida a Kiyo, la pareja sentimental del protagonista y que consigue trasmitir esa pesadumbre ante las acusaciones de sus vecinos así como esa impotencia al observar a su pareja al borde de la locura. Es muy relevante también en el aspecto humano el drama que existe en las diversas secuencias que incluyen esperas aglomeradas en hospitales, además de llantos y sollozos por las pérdidas familiares en los pasillos de los centros sanitarios. Honda tuvo un papel activo en la Segunda Guerra Mundial, y este tipo de escenarios tristes y de miseria humana tuvo ejerció un fuerte impacto en su persona. Cuando la situación lo requería, reflejaba fielmente ese dolor como es el caso, si bien en la presente de forma menos agresiva que en la apocalíptica “Japón Bajo el Terror del Monstruo”.
De hecho, “Los Hijos del Volcán” tiene más puntos en común con las películas de ciencia ficción coetáneas de Estados Unidos que la gran mayoría de representantes del kaiiu eiga. La primera influencia obvia es la morfología y naturaleza de las larvas Meganurones, procedentes directamente de aquellos otros insectos pertenecientes a la formicante “La Humanidad en Peligro” (Them, Gordon Douglas, 1954). Pero sobre todo es el desarrollo de la trama, así como la concepción del monstruo y el papel del ejército lo que más entronca con esa otra vertiente trasatlántica. Al igual que el rhedosaurio de “El Monstruo de Tiempos Remotos” (The Beast from 20,000 Fathoms, Eugène Lourié, 1953) son las pruebas nucleares las que despiertan a las criaturas de la película, y de la misma forma se prescinde de cualquier origen mitológico para dar explicación a la existencia de las criaturas. Se describen únicamente como reptiles prehistóricos resucitados, y en esencia el papel del ejército en la parte final de la película es más activa y decisiva que en la mayoría de muestras posteriores japonesas. No por ello la película se resiente, en absoluto.