Título español: Godzilla |
Título americano: Godzilla |
Año: 2014 |
Duración: 123 minutos |
Música: Alexandre Desplat |
Director: Gareth Edwards |
Productores: Jon Jashni, Mary Parent, Brian Rogers y Thomas Tull |
Productores Ejecutivos: Yoshimitsu Banno, Alex Garcia, Kenji Okukhira y Patricia Whitcher |
Guión: Max Borenstein basado en una historia de David Callaham |
Intérpretes: Aaron Taylor-Johnson, Elizabeth Olsen, Ken Watanabe, Sally Hawkins, Bryan Cranston y Juliette Binoche |
Monstruos: Godzilla, M.U.T.O’s |





(ATENCIÓN: Este análisis contiene «spoilers» del contenido de la película.)
Reconozco que no he seguido con demasiado interés todo el proceso de desarrollo del nuevo Godzilla americano de Legendary Pictures. Quizá sea debido al gran fiasco del anterior intento de Ronald Emmerich por trasladar al rey de los monstruos a las sensibilidades estadounidenses de 1998, o quizá el paso de los años haya hecho mella en mí y haya diluído un poco mi pasión por este tipo de cine. No lo sé, sea como sea, poco puedo decir sobre la génesis de esta película, que se anunció oficialmente a principios de 2010 y parece que ha contado con un presupuesto de 160 millones de dólares. La selección del director parecía bastante lógica en su momento, pues aunque Gareth Edwards es un novato en Hollywood, su anterior «Monsters» de 2010 es considerada por muchos como una muy correcta película de Godzilla pero sin el permiso de usar el nombre o imagen del monstruo nipón.
Con el paso del tiempo hubo anuncios que me dejaron bastante desconcertado, como por ejemplo la participación de Juliette Binoche, actriz de demostrado talento, pero que en principio no parecía encajar con el tipo de intérprete que uno imagina en un film de este tipo. El resto del elenco interpretativo no me llamó especialmente la atención, un grupo bastante televisivo entre el que destaca Ken Watanabe, que según las notas oficiales iba a interpretar a un tal «profesor Serizawa». Me llenó de esperanza este último dato, no sólo porque Watanabe es un actor muy capaz, sino porque el hecho de que se recuperara el nombre de Serizawa me hizo pensar en la posibilidad de ver una actualización de «Japón bajo el terror del monstruo», en la que se nos pudiera plasmar un oscuro doctor que mostrara al mundo un mensaje anti-destructivo. Poco después de anunciar este dato, Edwards confirmó la participación de Akira Takarada y se pudieron ver (de forma extra-oficial, todo hay que decirlo) los primeros atisbos del diseño final del nuevo Godzilla, que fue lo que acabó de confirmar que aparentemente este film iba a acercarse mucho más al mito original japonés que el esperpento de 1998.
Y llegaron los Trailers, el primero de ellos en diciembre de 2013. Y por mi parte, aquí comenzaron los problemas, de los que no he sido consciente hasta haber visto la película acabada. Si lo anunciado hasta el momento me hacía pensar en una re-imaginación del film original de 1954, estos Trailers parecían confirmar esto: una película con Godzilla en solitario, un monstruo enemigo de la humanidad y creado por nosotros mismos, que volvía para vengarse por nuestra inconsciencia y nuestras ansias de guerra. Y los Trailers siguientes (pues han habido muchos), no han hecho sino afianzar esta idea en mi cabeza.
Finalmente, este significado año 2014, en el que se cumplen 60 años del nacimiento de Godzilla, nos ha llegado el producto acabado de Edwards. Y no, no he recibido la película que me anunciaron en los Trailers. De hecho, por el precio de una, he recibido tres o cuatro películas juntas, que chocan entre ellas y nunca se deciden a unificarse en un todo cohesivo y con sentido.
Y desde luego se nota que hay un intento serio de hacer una buena película. Se inicia como un profundo drama humano y familiar, que sin duda promete mucho más de lo que cumple, pero que está magníficamente plasmado y se sigue con interés. Si bien es irónico que los únicos personajes humanos bien desarrollados, los interpretados por Bryan Cranston y Juliette Binoche, terminen muriendo en los primeros minutos de la película. Sí, su participación es necesaria para perfilar el trasfondo emotivo del personaje principal, pero en este caso da la sensación de que todo ese inicio tan bien desarrollado se olvida con rapidez y de poco sirve en cuanto se inicia la parte más «militarista» del film. Con el paso de los minutos, cuando cobra protagonismo el soso Aaron Taylor-Johnson, el peso del inicio se va difuminando poco a poco, y al final parece que aquellos primeros minutos pertenezcan a otra película.
Tras ese elaborado inicio, aparece una misteriosa larva en la zona del desastre nuclear. Por supuesto, como espectador que sólo ha visto los Trailers, espero que de esa larva aparecerá Godzilla, lo que por otro lado me estaba pareciendo una impactante re-imaginación del origen de la bestia. Pero no, cuando el pulsante contenedor eclosiona, sale de su interior una especie de híbrido Gyaos-Orgah que, para mi sorpresa y decepción, acaba siendo el verdadero protagonista de la película. Y aquí se inicia la segunda película, lo que podríamos denominar la parte Kaiju.
Atraído por el despertar de su supuesto enemigo natural, Godzilla aparece y comienza a dirigirse al encuentro del Gyaos-Orgah, que inicia un periplo de destrucción que debería culminar con un espectacular enfrentamiento entre las dos bestias maléficas. Godzilla no es enemigo de la humanidad, en realidad simplemente es el antagonista de los Gyaos-Orgah, pues realmente se trata de una pareja de «bichos» de la misma especie que planean reproducirse engendrando un ejército de Megagui… estoooo, de Gyaos-Orgah. Pero bueno, al menos podemos esperar un combate épico entre estas criaturas, ¿no? Pues tampoco, pues CADA VEZ que Godzilla va a aparecer en toda su plenitud y parece que vamos a asistir a uno de los clímax del film, la película corta y nos muestra cualquier otra cosa o incluso a veces resume lo sucedido con alguien mirando las notícias en una pantalla de televisión. Sorprende muchísimo que, en una película titulada GODZILLA, el monstruo del título aparezca tan poco a lo largo del metraje.
Akira Watanabe se pasa toda la película poniendo cara de preocupación, pero en realidad no sabemos quién es este personaje, qué motivación tiene para hacer lo que hace o cómo le afecta lo que sucede a su alrededor. Sí, es el doctor que nos explica de forma muy simplista los datos justos y necesarios para comprender quién es Godzilla y sus rivales, pero ni siquiera queda claro de dónde ha sacado esa información. Y lo peor de todo es que la mitología que rodea a los monstruos es prácticamente inexistente. Y este es uno de los principales problemas de la película: ¿qué son todos estos monstruos? ¿por qué se comportan así? ¿de dónde han salido? ¿por qué están vivos hoy en día? Sólo se dan algunas pistas, sin profundizar en absoluto en nada, es la exposición justa y obligada para que el espectador no se pase 120 minutos de película rascándose la cabeza con un signo de interrogación flotando sobre ésta. Aunque hay algunas pistas de personalidad en las criaturas (especialmente en los Gyaos-Orgah, que se besan y lloran cuando pierden a sus crías), en realidad son poco más que animales destructivos sin más razón de existencia que esa, destruir cosas. ¿Dónde están las reflexiones sobre la culpa del hombre en el apocalipsis nuclear? En ningún sitio, incluso se nos explica que las pruebas nucleares americanas de los años 40 eran en realidad intentos de destruir a Godzilla… Así que no sólo parece que la bestia no nació por culpa de la locura de la humanidad con sus armas nucleares, sino que las primeras pruebas atómicas estadounidenses eran en realidad nobles intentos de terminar con el monstruo.
Pasamos entonces a la tercera película: la parte militar, toda ella llevaba a hombros del insípido e inexpresivo Aaron Taylor-Johnson. Aquí ya se ha olvidado por completo todo el inicio de tragedia familiar, que ya parece escrito por otro guionista, y simplemente asistimos a un personaje que va de un lado a otro asegurando que es un buen artificiero mientras la gente le ignora. Hasta el forzado encuentro con un niño en un tren parece fuera de lugar porque no conduce a nada. La verdadera tragedia de esta parte es que Taylor-Johnson pierde un G.I.Joe que imagino que acaba en manos del desagradecido niño. Hasta en la parte final parece rendirse con demasiada facilidad a la hora de desactivar la bomba y la deja explotar a unos metros de la ciudad, lo que posiblemente habría sido incluso más destructivo que los propios monstruos, pero la película no parece estar de acuerdo conmigo. Al menos es el único al que se le ocurre la idea de destruir los huevos de los Gyaos-Orgah cuando todo el mundo ya ha abandonado la zona de las larvas…
Y así vamos pasando de película en película, con momentos excelentes mezclados con momentos estúpidos e innecesarios. Con grandes actores desaprovechados y con un protagonista inexpresivo que me desconecta de los pocos elementos sentimentales que quedan después del «primer inicio» del film. Y desde luego con la fuerte sensación de que me han vendido algo con unos Trailers que no se ajustan al contenido de lo que finalmente he visto en pantalla. Y sigo con las manos en la cabeza pensando en sus muchos momentos grandiosos, porque los tiene: los excelentes títulos de crédito, la presentación de la tragedia familiar en la central nuclear, los momentos en la ciudad destruida, la espectacular primera aparición de Godzilla en la playa (con un espeluznante plano de revelación con unas bengalas que me puso la piel de gallina), la magnífica secuencia de los paracaidistas, el combate entre los monstruos en la parte final… ¿por qué no podía ser toda la película así?
Si hablamos de aspectos técnicos, por supuesto hay muy poco por reprochar. Aunque en los Trailers se intuían algunos planos de efectos visuales un poco artificiales, en la versión final no queda rastro de ello. Todo lo visto en pantalla es generado por ordenador de forma foto-realista (por supuesto hay que olvidarse de maquetas y suitmation), incluyendo el trío de monstruos que, aparte de un aspecto creíble, se mueven con una sensación de peso y gravedad de la que carecen muchas creaciones similares del cine de la actualidad. Según los técnicos de efectos, el modelado del nuevo Godzilla está formado por más de 500.000 polígonos, algo que quizá a mucha gente no le diga nada, pero a los que saben algo de modelado digital 3D, les hará hacerse una idea del nivel de detalle y complejidad del «traje».
Aunque el montaje de efectos de sonido es, como casi siempre en el cine actual, atronador y espectacular, el legendario rugido de Godzilla originalmente creado por el maestro Akira Ifukube queda enterrado bajo un estruendo que le resta casi por completo el aire orgánico y creíble que tanto ha gustado a las audiencias durante los últimos 60 años. Aun así, se agradece que se siga conservando y su primera aparición en la película resulta impactante. Y la banda sonora musical de Alexandre Desplat destaca con un excelente tema principal que puede desarrollar de forma magnífica durante los títulos de crédito (y sí, hago hincapié en ellos porque es una pena que el cine de la actualidad esté prescindiendo cada vez más de los títulos de crédito), pero que da la sensación de repetirse con demasiada asiduidad a lo largo del metraje.
Y para desgracia de los seguidores, la secuencia con Akira Takarada interpretando a un oficial de inmigración ha sido eliminada del montaje final. Una verdadera pena, sobretodo teniendo en cuenta lo complacidos que estaban los fans de que semejante leyenda participara en esta película, incluso se llevó a cabo una campaña on-line para promover esta proeza mucho antes de que se anunciara de forma oficial. Según Edwards, la escena se eliminó para acortar la parte del film previa a la aparición de los monstruos. Dado que ha prometido que la secuencia en cuestión se incluirá en la edición de vídeo doméstico, será interesante comprobar si no habría sido mejor eliminar un poco de todo el metraje sobrante que hay en el montaje final (que es bastante) y conservar esta escena.
En general se notan buenas intenciones y es un film muy superior al sub-producto perpetrado por Emmerich en 1998, pero necesitaba una cohesión y una fuerza que no se muestran en el desordenado y desorientante resultado final. Así que nos queda una película más o menos correcta, que brilla en sus mejores momentos, pero que no pasará a la historia como la película que transformó el mito japonés en un adecuado producto occidental.
Por Rubén Ortiz (gamera77@hotmail.com) [18 de Mayo de 2014]