14 febrero, 2025

Godzilla: El planeta de los monstruos

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Título español: Godzilla: El planeta de los monstruos

Título americano: Godzilla: Monster Planet (Godzilla: El planeta de los monstruos)

Título japonés: Gojira: Kaiju Wakusei (Godzilla: El planeta de los monstruos)

Año: 2017

Duración: 88 minutos

Música: Takayuki Hattori

Director: Kobun Shizuno, Hiroyuki Seshita

Productor: Yoshihiro Furusawa, Takashi Yoshizawa

Guión: Gen Urobuchi

Intérpretes: Kana Hanazawa, Ken’yû Horiuchi, Yuki Kaji, Kenta Miyake, Mamoru Miyano, Kazuya Nakai, Daisuke Ono, Takahiro Sakurai

Monstruos: Godzilla

Argumento: Un grupo de refugiados intenta volver a colonizar la Tierra 20.000 años después de que Godzilla la conquistase. Pero para un joven, la venganza es todo lo que importa.

 

No es precisamente en el terreno de la animación donde con mayor soltura se ha movido Godzilla a lo largo de su extensa y variada vida, pero sí ha asomado de forma puntual su abultada figura en algunas producciones que, lejos de ser especialmente destacables, al menos han dado pie a afianzar la permeabilidad de este mito inmortal e incluso han ayudado a presentar al gran saurio nipón a una audiencia muy distinta de la que normalmente vive sus aventuras en pantalla grande. Ya en 1978, los estudios estadounidenses Hannah-Barbera produjeron una breve serie televisiva de 26 episodios que fue emitida en el canal NBC (y en el Tokyo Channel 12 en Japón) en repetidas ocasiones y que, aun con su patente infantilismo, resultó ser una enorme puerta de entrada para multitud de jovencísimos fans al universo del monstruo. Veinte años más tarde, y aprovechando la estela del fulgurante estreno de la olvidable “Godzilla” de Roland Emmerich, Columbia/Tri-Star llevó a cabo una continuación animada de dicha película en forma de 40 episodios que paradójicamente hoy en día son recordados por los seguidores con mucho más cariño del que profesan al film en el que se basa. Curiosamente, estas dos series de televisión tienen en común lo muy alejadas que se encuentran del material original, y en ambos casos la plasmación del monstruo y su universo discurren por sendero casi opuesto al simbolismo y la fuerza que profesa el Gran G en sus mejores películas. ¿Quizá su herencia estadounidense (ya sin contar el público objetivo al que apuntaban) no ayudaba precisamente a facilitar la conexión con el espíritu de la creación primigenia de Eiji Tsuburaya, Ishiro Honda y Tomoyuki Tanaka? ¿Quizá se necesitaba regresar a su tierra natal para demostrar que el Gran G puede vivir de forma animada con la misma magnificencia que en acción real?

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En agosto de 2016, los estudios Toho anunciaron por sorpresa de forma oficial que estaban trabajando en una película de animación de Godzilla que planeaban estrenar en el año 2017. Si bien Toho tenía las riendas financieras del film, serían los estudios de animación digital Polygon Pictures los encargados en transformar la reconocible imagen del rey de los monstruos y su universo en un tapiz de colorista vivacidad que iba a ser dirigido por Kobun Shizuno e Hiroyuki Seshita. Unos meses más tarde se confirmó que “Godzilla: Planet of the Monsters” iba a ser el título internacional definitivo del film y que iba a ser la primera parte de una trilogía. Curiosamente, los dos directores de la película comentaron a lo largo del desarrollo de la producción la gran libertad de la que estaban gozando, a lo que ayudaba la amplitud casi infinita que les ofrecía la animación digital en comparación con las limitaciones de una producción de imagen real. Otro insólito (y bienvenido) anuncio llegó en marzo de 2017 cuando la plataforma de contenido audiovisual Netflix confirmó que había adquirido los derechos internacionales de GPOTM y pretendía ofrecerla a las audiencias de todo el mundo. Aunque tardó bastante en afianzar este dato, finalmente la compañía anunció un estreno simultáneo para todo el planeta (sí, incluyendo españa) previsto para el 17 de enero de 2018. Por el contrario, en Japón la película gozaría de un estreno cinematográfico que se llevó a cabo el 17 de noviembre de 2017.

Visionando el producto final, es curioso que los directores del film glorificaran tanto la supuesta libertad de la que gozaron, pues personalmente creo que uno de los grandes problemas de la película es su encorsetamiento, su poca amplitud de miras y su limitadísima ambición. Sí que es cierto que el punto de partida de la historia es convenientemente épico y dramático, incluso con la intuida aparición de viejos conocidos como Dogora o Kamacuras, pero esa grandiosidad se frena en cuanto llegamos al espacio y comenzamos a asistir a la frialdad que lo impregna todo, a la sucesión de diálogos llenos de tecnicismos que sólo confunden y alienan al espectador, y a una estructura que pienso que no ayuda a hacer interesante la historia. Hoy en día, con las enormes posibilidades técnicas que podrían permitir a los cineastas devolver a Godzilla a su hábitat natural de destrucción urbana con el realismo y naturalidad merecidas, parece que han decidido ir en la dirección contraria y ofrecer un punto de vista que, si bien es bienvenido en su cambio de ambiente, creo que se desdibuja casi por completo debido sobretodo a la poca caracterización y a un argumento que acaba resultando demasiado soso.

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Como siempre, Toho vuelve a crear una nueva continuidad en la que introducir a su monstruo estrella. En este caso, toma elementos ya conocidos como los mencionados Kaiju de la introducción o la fugaz mención a los alienígenas del agujero negro y Mechagodzilla (¿aparece un MUTO también?). Nunca he sido un gran amante de estos extraños “reset” que toman elementos sueltos para fusionarlos en nuevas continuidades porque acaban desorientando un poco,  y además en este caso tampoco sirven de mucho a la narración que presenta tras el preámbulo, así que espero que en las posteriores películas de la serie se recuperen estos elementos para darles una razón de ser más allá del simple guiño al espectador clásico. El origen de Godzilla nunca se nos explica, tan sólo se hace referencia a que se trata de un “defecto genético único” pero nada más. GPOTM introduce algunos elementos religiosos en la historia, creo que por primera vez en toda la saga del Gran G, y lo hace a través de los alienígenas Exif que, por supuesto, quedan sin detallar como es debido y da la sensación de que su participación en la trama se podría haber eliminado por completo. Pero es precisamente en la religión de estos extraterrestres donde se vuelve a atisbar una pista sobre la proveniencia del rey de los monstruos: una leyenda que dice que Godzilla es un “vengador divino” que aparece en muchos planetas en distinta forma para destruir sus civilizaciones. Pero, ¿de qué se venga exactamente? Como no hemos asistido a un preámbulo que nos establezca en detalle el contexto de los “pecados” de la humanidad, nos quedamos con una bestia sin simbolismo, sin significado, y lo que es peor: sin personalidad. Godzilla se convierte en una montaña sin movilidad, estático y aburrido.

La ambientación espacial es adecuadamente futurista y los diseños de los vehículos, armas y uniformes son vistosos, si bien no destacan por su originalidad. Sobretodo se perciben muchos elementos inspirados en Syd Mead, con interiores industriales modulares o grandes robots militares demasiado parecidos a las unidades elevadoras de “Aliens, El regreso”, aunque en este caso todo está sobrecargado con pantallas transparentes digitales que consiguen enmascarar por momentos los aciertos de algunos fundamentos visuales. Por supuesto, es difícil imaginar un futuro creíble sin acudir a las representaciones del maestro Mead, tan influyente ha sido su obra que casi toda la ciencia-ficción de los últimos 40 años ha terminado bebiendo de su inconfundible imaginería, y GPOTM no es precisamente una excepción. Atada a sus diseños, la película separa sus ambientes y atmósferas usando un interesante efecto cromático que lo invade todo, dividiendo claramente la trama en “secuencias cromáticas”. Por ejemplo, toda la parte inicial en el espacio está imbuida en una hermosa iluminación de “hora mágica”, con una sensación de atardecer eterno que ilustra perfectamente el ocaso de la humanidad que se nos está narrando. Justo después del salto hiperespacial, la luz cambia radicalmente para pasar a un azul intenso que nos indica la llegada a la Tierra, y la creciente esperanza que está naciendo a bordo de la nave, algo que se frena en seco justo tras el aterrizaje, cuando toda la atmósfera se vuelve pálida y nebulosa, casi en blanco y negro. Y no será hasta el final, tras la aparente destrucción de Godzilla, cuando volverá el color. Por desgracia, la animación es bastante estática, los personajes parecen moverse casi siempre con lentitud, como si estuvieran debajo del agua, y hay demasiados planos de inmovilidad a lo largo del film, dando una fuerte sensación de rigidez y estancamiento.

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Y es que ese es el principal problema de GPOTM: en 88 minutos parece que no suceda nada. Hay demasiados personajes y ninguno se explora adecuadamente, ni siquiera el protagonista Haruo, que vuelve a ser otro carácter resentido con Godzilla al que odia profundamente y hacia el que desea una venganza que le consume. Está demasiado visto, demasiado manido. Y de hecho, hay tan poca caracterización que resulta extraño que, en una nave llena de científicos y militares, sea él precisamente el único que se ha preocupado en investigar al monstruo e incluso ha hallado su punto débil. ¿Por qué él? Se le encierra en prisión por intentar sabotear el aterrizaje de la nave de colonos y luego se le libera y se le deja bajo la atenta vigilancia de Yuko, la supuesta protagonista femenina que acaba siendo tan esquemática y anodina que prácticamente se ignora por completo su existencia cuando no aparece en pantalla. ¿Cómo sentir interés hacia una historia que se apoya en personajes tan olvidables? Y por supuesto, el último tercio del film se convierte en una simple batalla interminable contra un Godzilla tan soso como los personajes humanos que casi no se mueve y que, para más inri, termina siendo una batalla inútil cuando se revela la realidad. Ni siquiera su diseño se salva: es tan sólo una transposición del Godzilla con sobrepeso de Legendary Pictures, en este caso aun más desaprovechado en cada aparición. Si no contamos los atisbos de otras criaturas durante la introducción, los únicos Kaiju que vemos en GPOTM son Godzilla y esos aburridos murciélagos gigantes que parecen Gyaos con cuello largo.

Al menos nos queda el consuelo de saber que GPOTM se trata tan sólo del inicio de una trilogía, así que algunos de los problemas que he mencionado es posible que se arreglen si Toho decide dar mayor profundidad a la historia y al universo creados para este film en sus dos secuelas. La única pista de la dirección que van a tomar la tenemos en la breve secuencia post-créditos, que apunta a la existencia de una civilización humana en el supuestamente desierto planeta Tierra. Pero quiero pensar que los alienígenas Exif tienen una razón de ser en esta trilogía más allá de lo que hemos visto hasta el momento. Quiero pensar que Mechagodzilla es más que un simple codazo de complicidad hacia los seguidores. Quiero saber de dónde ha salido Godzilla y quiero saber más sobre los personajes que mueven los engranajes de esta trama. Dejo la puerta abierta a la azul esperanza.

Rubén Ortiz (Redactado el 20 de Enero de 2018)

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