14 febrero, 2025

Godzilla Final Wars

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Título americano: Godzilla Final Wars (Godzilla Guerras Finales)

Título japonés: Gojira Fainaru Uozu (Godzilla Guerras Finales)

Año: 2004

Duración: 125 minutos

Música: Keith Emerson, Nobuhiko Morino, Daisuke Yano

Director: Ryuhei Kitamura

Productor: Shogo Tomiyama

Guión: Isao Kiriyama, Ryuhei Kitamura

Intérpretes: Masahiko Matsuoka, Rei Kikukawa, Kazuki Kitamura, Don Frye, Akira Takarada, Kane Kosugi, Maki Mizuno

Monstruos: Godzilla, Rodan, Mothra, Gigan, Anguirus, Zilla, Ebirah, Kamacuras, Kumonga, King Caesar, Hedorah, Minilla, Monster X/Kaiser Ghidorah

Argumento: Tras el descubrimiento de un extraño monstruo gigante fosilizado, las mas importantes ciudades del mundo son atacadas por criaturas monstruosas. Para combatirlas, la Organización de Defensa de la Tierra envia a sus agentes, que quedan sorprendidos cuando ven que extrañas naves alienígenas hacen desaparecer a los monstruos usando rayos de luz. Poco después, los alienígenas se revelan como habitantes del planeta X, que dicen haber venido en son de paz para hacer una alianza con la gente de la Tierra.

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Análisis:

vlcsnap-00028Cuesta tomarse en serio un comentario sobre una película que nunca termina de decidir si debe tomarse en serio o no. ¿Se supone que Godzilla Final Wars es una película de ciencia-ficción o una comedia? ¿Es una película de acción o una parodia? ¿Es una película de Godzilla o un film para reir? No sé si es todo eso o no es nada, pero desde luego GFW no pasará a los anales de la saga del Gran G como una de sus más brillantes entregas. Si decenas de veces me ha sorprendido Toho con sus desconcertantes decisiones respecto a sus películas, en un par de ocasiones me han sorprendido por su lucidez: una de ellas fue la elección de Shusuke Kaneko como director para GMK, lo que resultó en una de las más interesantes películas de Godzilla de toda la serie. La otra fue el anuncio de Ryuhei Kitamura como director del último film de la serie Heisei, la película que iba a celebrar el 50 aniversario de nuestro monstruo preferido y que iba a ser tan «especial», según palabras del productor Shogo Tomiyama un año antes. Aunque ya desde un principio no parecía la opción más adecuada, pues Kitamura es un director de filmes de acción desenfrenada sin nada que ver con los monstruos gigantes, sí parecía evidente que un talento externo a los estudios Toho podría dar un nuevo sabor a la tan manida saga de Godzilla. Al menos no volvíamos a tener a Masaaki Tezuka al mando, lo que al menos representaba una evolución. Para redondear el equipo técnico, Eiichi Asada fue contratado como director de efectos visuales, y su anterior trabajo en «GxMxMG» auguraba una espectacular puesta en escena que parecía confirmarse tras el anuncio del presupuesto asignado al film: 20 millones de dólares, lo que iba a convertirla en la película más cara de la historia del cine japonés. Cuando Toho presentó el argumento que resumía a grandes rasgos el guión de GFW, una expresión de escepticismo se fijó en mi cara, pues lo que leí era una mezcla de mil elementos sacados de, no sólo anteriores películas de la serie, sino de producciones americanas tales como X-Men o Matrix, lo que sumado a la obsesión de Kitamura con imitar ciertos «clichés» del cine estadounidense, parecía ser el inicio de una gran desilusión. Otra decisión de Toho que confirmaba la sensación de «imitación americana» fue el compositor elegido para realizar la banda sonora musical: nada menos que Keith Emerson, un especialista en música electrónica que desde luego parecía ser la opción menos indicada para una película de Godzilla. Para terminar de redondear la catástrofe, cuando los señores de Toho escucharon el producto final de Emerson decidieron sustituir la mayoría de su banda sonora por temas alternativos compuestos por Daisuke Yano y Nobuhiko Morino, lo que demuestra la baja calidad de la música compuesta por el americano.

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El esperado estreno tuvo lugar, por primera vez en 50 años, en Hollywood. El famoso teatro chino de la ciudad convocó a grandes multitudes para el evento, al que incluso asistió Ryuhei Kitamura (que por cierto, aparece en la película como un entrevistador) y algunos de los protagonistas del film. Aun recuerdo claramente con qué ganas esperé leer los primeros comentarios de los asistentes tras la proyección. Cuando éstos llegaron, se confirmaron mis peores temores: GFW no convenció a casi nadie, los fans salían terriblemente decepcionados y los no fans totalmente desconcertados por un film cuya estructura, ritmo y argumento se les antojaba completamente irregular y lleno de altibajos. Con el paso de las semanas y el estreno en Japón, que resultó en un estrepitoso fracaso económico, quedó claro que GFW había fallado en todas sus pretensiones.

Ahora que he podido ver la película tras muchos meses de espera, veo claramente porqué esta producción no convenció a nadie. Kitamura desconcierta totalmente al espectador desde las primeras secuencias del film, pues tras una escena completamente seria nos introduce momentos totalmente paródicos y ridículos para luego continuar con una secuencia dramática, y así mantiene la tónica durante casi dos horas. No hay una estructura coherente, ni un ritmo regular, las escenas literalmente chocan entre ellas sin respiro. ¿Hay que tomarse en serio la película? Que Kitamura me lo explique, porque yo no lo sé. Si a esto añadimos una aplastante falta de originalidad e identidad en el film, el resultado es una película entretenida durante sus primeros 80 minutos, a los que hay que perdonarle mil momentos sencillamente patéticos, que además terminan por desmoronarse en unos últimos 30 minutos insoportables que acaban por destrozar completamente la película. Y es muy triste porque no habría sido tan difícil hacer un film muy interesante y competente con el material disponible, tan sólo eliminando todos los momentos de suprema estupidez y puliendo la parte final y todos esos elementos tan descaradamente copiados de películas americanas, nos habría dejado con una película de acción de lo más decente. Pero no podía ser, y Kitamura nos deja con una producción sin identidad propia, que tan sólo se apoya en su efectismo y elementos tomados de otras películas para conformar un todo que hace aguas por todos sitios. Una palabra vulgar que define claramente a GFW sería la siguiente: fantasmada.

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Por supuesto, no todo son elementos negativos en GFW, que merece alabanzas por sus méritos técnicos y por ciertos elementos artísticos que hacen de ella una película entretenida durante la mayor parte de su metraje. La puesta en escena, la presentación del universo en el que se desarrolla y toda la sucesión de eventos que llevan a la invasión de los X-ianos está muy bien tratado aunque con fuertes altibajos de ritmo. Además, nos encontramos ante una película muy rica visualmente, con planos de gran belleza y grandiosos decorados a la vieja usanza, efectos especiales muy vistosos y un sentido de la épica que se echaba de menos en recientes producciones de la saga. Y por supuesto no hay que olvidar los continuos guiños a los seguidores de la serie, que ya comienzan en los primeros segundos de metraje con el uso del viejo logo TohoScope y la aparición de los cañones Maser y el Gotengo (Atragon para los amigos) enfrentándose a Godzilla en el polo norte. Ya desde esa misma secuencia podemos observar que la película no planea dejar respiro al espectador, algunas veces de forma acertada y otras de manera muy torpe. Los créditos principales (curiosamente en inglés) me parece brillantes y hasta bastante originales, y son un adecuado homenaje a los 50 años de vida del Gran G. Sin pausa volvemos a conectar con otra escena de acción que tiene como protagonista al Gotengo, en este caso es un enfrentamiento con un la serpiente Manda, una secuencia técnicamente impecable en la que ya aparece el primer fallo garrafal del film, que tiene nombre y apellidos: Don Frye. Como especialista en artes marciales y doble de acción, quizá Frye sea adecuado (si bien nunca lo he visto en acción, y espero no hacerlo), pero como actor es inaceptable. Su única presencia radica en su volumen corporal, pues parece totalmente incapaz de interpretar correctamente ni siquiera la más básica de las frases. Su aparición se limita a breves frases lapidarias de chulo barato de película mala, que lo único que consigue es encrispar al espectador con su patético intento de resultar «duro». Sin la más mínima duda es la peor interpretación de toda la saga, y el elemento que más ayuda a hundir el film. En el montaje japonés está doblado a dicho idioma, lo que posiblemente refuerce la interpretación pero no cambiará la percepción del personaje. Por lo demás, el resto del elenco interpretativo está bastante por encima, afortunadamente. Los dos protagonistas masculinos, Masahiro Matsuoka y Kane Kosugi (que interpretó a Ultraman en Ultraman The Ultimate Hero), realizan una interpetación muy apoyada en retos físicos y luchas cuerpo a cuerpo, pero demuestran una presencia y convicción que les permiten llevar a cabo sus escenas con mucha dignidad. Rei Kikukawa, que interpreta a la bióloga Miyuki Otonashi, sale peor parada y su aparición se limita a hacer «de modelito» en el que probablemente sea el segundo papel más difícil de creer del film, siguiendo al de Don Frye. Curiosamente, la película parodia ese hecho en uno de los primeros diálogos de Kikukawa, lo que refuerza mi dificultad en comprender el tono del film. Aunque había escuchado grandes alabanzas a Kazuki Kitamura por su papel de controlador de los X-ianos, lo cierto es que no me ha parecido gran cosa, un típico «malo» que se regocija en su maldad con sus risas y gesticulaciones, y poco más. En lo referente a las obligatorias apariciones de actores clásicos de la serie, Kumi Mizuno realiza una limitadísima interpretación que por desgracia no permite a la actriz demostrar su talento (y teniendo en cuenta la aparición de los X-ianos, podría haber dado mucho juego) y queda desperdiciada por completo. En cambio, Akira Takarada, cuyo parecido con Antonio Ozores es cada vez más acentuado y siniestro, lleva a cabo una brillantísima interpretación como el secretario general Daigo. Magnífico, y una presencia aplastante.

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Como ya he mencionado, el argumento es una sucesión de homenajes a anteriores películas de la serie, mezclados con torpes copias de «clichés» del cine estadounidense actual y momentos de suma estupidez cuya ridiculez roza la subnormalidad. Un claro ejemplo de esto último serían todas y cada una de las apariciones de americanos en el film, en especial durante el ataque de Rodan a Nueva York o los momentos previos a la llegada del Gotengo al polo sur. Son secuencias llenas de dialogos de retrasado mental y caracterizaciones estúpidas, que literalmente rebosan tópicos retrógrados y un acentuado racismo. La decisión de incluir estos momentos en GFW es deconcertante y no me extrañaría que más de un estadounidense se sienta ofendido al ver el modo en que Kitamura ha retratado a los americanos. De hecho, prácticamente todos los personajes secundarios son absolutos majaderos ya sean occidentales u orientales, pero al menos no destilan ese desprecio que tan patente queda en los caracteres estadounidenses. El concepto de la «Chikyu Boeigun» apoyándose en su organización de mutantes (presentada con un baile sincronizado totalmente bizarro), es una copia descarada de «X-Men» y, al igual que en su inspiración, nunca se nos llega a explicar porqué los mutantes han aparecido recientemente cuando su origen se remonta a miles de años atrás; como tampoco se detalla la conexión entre ellos y los monstruos gigantes, todo resumido en una simbólica «base-M» genética que los guionistas se sacan convenientemente de la manga. El concepto de «Kaiser» es otro detalle que aparece mágicamente tan sólo para explicar porqué el protagonista no puede ser controlado por las ondas telepáticas de los X-ianos, pero de nuevo nos encontramos ante algo que no sabemos de donde sale ni porqué. La explicación de la invasión es tan insulsa que casi podrían habérsela ahorrado, y desde luego no explica cómo el primer controlador (que es asesinado por el segundo) pretende llevarla a cabo «pacíficamente», tal y como trata de inculcar a su subordinado en una escena. ¿Quiere pedir a los humanos que se dejen matar voluntariamente para que ellos puedan extraer su gen? Dios mio, es que no tiene ni pies ni cabeza. ¿Y el tan publicitado Monster X? Se podría eliminar su participación y no se echaría de menos. El que parecía el primer nuevo monstruo para la serie desde Biollante es soso, poco interesante y parece lo que es: un hombre pobremente disfrazado. Su anónima presentación tan solo radica en una exclamación sobreactuada del controlador («¡Godzilla, este es tu enemigo!«), sin más explicaciones ni detalles sobre su origen. Y para redondearlo, en los últimos momentos se transforma en una especie de King Ghidorah a lo grande que a duras penas tiene movilidad, todo ello sin mediar explicaciones o el porqué de su aparición y transformación. Patético. Ah, y por si alguien esperaba encontrar algún tipo de simbología en Godzilla, que hasta ahora era una representación de la tragedia nuclear, que no la busque en «GFW». Lo más parecido es una brevísima secuencia en la que el cazador explica a Minilla y a su hijo que Godzilla «está enfadado por la destrucción del hombre«. Pues muy bien, nos lo creeremos aunque a Minilla no se le ve muy convencido.

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Hay tantos momentos copiados de producciones estadounidenses que no sé por donde empezar a enumerarlos. Sin duda, destacan la mencionada «Organización-M«, tan torpemente copiada de X-Men, y sobretodo las peleas llenas de movimientos fulminantes, giros de cámara y «bullet-time» directamente sacadas de la trilogía de Matrix. Y no sólo eso, el vestuario de los X-ianos es una burda imitación de los trajes-gabardina negros de la saga de los hermanos Wackowski, y los uniformes de los mutantes son una clara trasposición de detalles extraidos de X-Men 2 y Star Wars. El enfrentamiento del adiestrador mutante contra el grupo de sus acólitos controlados por los X-ianos es una triste copia del combate de Neo contra los agentes Smith de Matrix Reloaded, y la batalla con las motos de Ozaki y Kazama recuerda sospechosamente a la persecución en la autopista de la misma película. Ozaki, con su nuevo poder de Kaiser, detiene los disparos de los X-ianos en el aire, tal y como hizo Neo al final de «Matrix«, y la batalla aérea previa a la intrusión del Gotengo en la nave madre X-iana (con la entrada del avión de Kazama para destruir los escudos) es una descarada copia de la batalla en la segunda Estrella de la Muerte de El retorno del Jedi. La innovación y la originalidad no priman en GFW.

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Técnicamente, aunque muchos la critican comparándola con la perfección de Gamera 3: Revenge of Iris, creo que hay pocos reproches posibles: GFW es la película más bien hecha de toda la saga, y el que os diga lo contrario no tiene claro el concepto del uso del presupuesto en efectos visuales. ¿Que las escenas con los monstruos no son tan realistas como las dramáticas secuencias de destrucción del film de Shusuke Kaneko? Cierto, pero coged lápiz y papel y haced un cálculo del número de planos con efectos visuales que tiene Gamera 3 y comparadlo con el mismo número en la película de Kitamura. Además, las apariciones de la tortuga gigante siempre fueron nocturnas y con lluvia, mientras que aquí el rey de los monstruos y sus congéneres se muestran a la luz del día continuamente. Señores, no podemos hacer un baremo que sólo se base en los momentos con los «kaiju», hay que tener en cuenta todo el metraje del film. Y en este caso, GFW cuenta con efectos visuales en casi cada plano, algunos de ellos tan espectaculares como los de cualquier producción americana. Hay batallas aéreas, luchas en fábricas llenas de explosiones, decorados a gran escala, maquetas, rodaje en exteriores, etc. Ejemplos serían el ataque combinado de los X-ianos y los «Kaiju» a todo el mundo, la batalla aérea entre el Gotengo y la flota X-iana, la entrada del avión de Kazamaen la nave madre enemiga. La variedad y vistosidad de los efectos visuales no tiene parangón en el cine japonés, el film es un espectáculo con todas las de la ley. ¿Que la cosa podría haber sido mejor? Sin duda, pero hay que reconocer que los 20 millones de dólares de presupuesto quedan muy patentes en el producto final, al contrario de lo que afirman muchos seguidores que tan sólo parecen fijarse en las apariciones de los «kaiju». Evidentemente, hay que reconocer que en su mayor parte no son superiores a lo visto anteriormente en la serie Millennium: el gran problema estriba en que hay demasiados monstruos y, aunque el diseño y constitución de los trajes es adecuado, es muy difícil aprovechar el presupuesto cuando hay tantas secuencias de destrucción que crear junto a la larga serie de planos con efectos visuales ajenos a los «kaiju». En mi opinión, habría eliminado a Minilla (cuyas apariciones son de una estupidez inaguantable, a pesar de estar acompañadas por el tema original de Masaru Sato), Kumonga, Hedorah, Mothra (demasiado vista y no aporta nada) y en especial a King Caesar, que tan sólo parece un luchador de artes marciales enfundado en un traje cabezón y desproporcionado, el monstruo más mal conseguido de todo el grupo. Eso habría proporcionado más tiempo y presupuesto para el resto de los monstruos, lo que quizá habría elevado la calidad del resultado final en sus apariciones. Por otro lado, hay que alabar muchos momentos con los «kaiju» que desde luego son excelentes. El ataque de Rodan a Nueva York es magnífico aunque muy corto, lástima que sea precedido de tanta subnormalidad. Las breves secuencias con Zilla en Sydney son espléndidas y están llevadas a cabo de manera espectacular, casi al nivel de Godzilla (1998). Prácticamente cualquier aparición de Anguirus es genial, posiblemente el mejor de todo el film, hacía años que el armadillo gigante no aparecía en una película de la saga y es sin duda un bienvenido regreso. Y los fulminantes ataques de Kamacuras a París son de un dinamismo brutal, electrizantes. Pero la mejor batalla con los monstruos, y en este caso coincido con casi todos los seguidores, es la de Ebirah contra los mutantes en el complejo de fábricas. Dejando aparte la espectacularidad de la secuencia en cuestión (el presupueso asignado a este momento debió ser superior a la media), el simple concepto de humanos contra «Kaiju» es una novedad en la saga, y está llevado a cabo de forma dinámica, espectacular y vibrante. Qué pena que casi lo destrocen con la frase lapidaria final de Kazama. Aunque se habló mucho de ello en su momento, el diseño de los monstruos no requiere mayor discusión pues son muy respetuosos con sus encarnaciones originales, quizá es interesante la evolución del aspecto de Rodan respecto al teleñeco de Godzilla vs Mechagodzilla II, o la nueva coloración y textura de las telarañas de Kamacuras. Eso sí, el nuevo diseño de Godzilla… podríamos decir que me parece correcto de cuello para abajo, porque lo que es la cara… ¿donde está la movilidad o el realismo? Lo único que hace es abrir y cerrar la boca de forma mecánica y rígida, y su expresión es siempre la misma. ¿Dónde están aquella gesticulación que vimos durante la serie de Heisei? ¿Dónde están los atisbos de personalidad?

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Y la banda sonora musical es difícil de matizar, pues tres compositores distintos se llevan el crédito de haber realizado la que es la peor banda sonora de toda la serie. No sólo es poco adecuada y parece música genérica sin relación a las imágenes que acompaña, sino que además es desagradable de escuchar por separado y parece música de video-juego de los años 90. Para más inri, el hecho de la co-existencia de tres compositores distintos hace que haya una clara distinción de estilo, y para ser justos habría que escuchar toda la música que compuso cada uno de ellos para poder decidir cuál hizo un trabajo menos espantoso. El único elemento que mantienen en común los tres compositores, aparte de la mediocridad, es la decisión de usar música electrónica para el film, algo del todo incomprensible. No hay un tema recurrente, no hay una linea de cohesión, parecen temas tocados al azar esperando que combinen con el material filmado. Y yo me quejaba de la banda sonora de «GMK«… Me gustaría escuchar todos los temas de Keith Emerson (los peores del film, eso sin duda) para poder apreciar en su medida la decisión de Toho de contratar a Yano y Morino para los temas adicionales, porque la cosa debía ser horrorosa para que la productora tomara semejante decisión. Tan sólo hay que escuchar la música cuando el Gotengo despega de su hangar para dirigirse al polo sur o el tema de los créditos finales para hacerse una idea. En lo referente a la canción de Sum41 que tanto dio que hablar antes del estreno de GFW titulada «We’re all to blame», siempre me ha parecido un tema correcto, pegadizo y original aunque no adecuado para un film de Godzilla. En la película aparece sorprendentemente cuando los X-ianos sueltan a Zilla para que se enfrente a Godzilla, lo que destroza por completo tanto la secuencia en cuestión como la canción, que habría dado mucho más de sí en los créditos finales o en algún montaje de secuencias de destrucción de los Kaiju. Si algún día podéis ver el vídeo musical del tema de Sum41, no lo dudéis, pues aunque no tiene relación alguna con la película, desde luego no tiene desperdicio.

Es bastante triste tener que celebrar el 50 aniversario de Godzilla con algo tan irregular como Godzilla Final Wars, y aun más triste es tener que aceptar que se trata de la última producción del Gran G en unos cuantos años. Toho tenía planeado un estreno mundial de esta película para recuperar los gastos y así celebrar la señalada fecha de una forma adecuada, pero al final el resultado comercial y crítico del film de Kitamura les impidió llevarlo a cabo. De hecho, durante la proyección de GxMxMG en un festival americano, Michael Schlessinger de Sony Pictures declaró el interés de su compañía en llevar a los cines americanos la próxima producción del Gran G, de la que en aquellos momentos no se tenían demasiados datos. Es muy revelador lo que comentó cuando salió de la proyección de GFW en Hollywood el año próximo: si llevaban esa película a América, sería en DVD.

Por Rubén Ortiz (gamera77@hotmail.com) [24 de Septiembre de 2005]

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