Aparece en pantalla, mediante una lenta panorámica, una sala de hospital repleta de heridos retorciéndose. Sin corte, la cámara avanza hacia otro grupo de heridos que miran fijamente a un niño de unos seis años de edad. Asustado y ajeno a lo que le está sucediendo, un doctor, junto a una voluntaria, chequean al niño con un medidor de radiación. En el plano siguiente, el doctor retira su medidor y gira la cabeza mirando a su compañera. Sin palabra alguna, sólo con los jadeos de las víctimas de fondo, el doctor niega con la cabeza. No hace falta más, con esto comprendemos que el niño no sobrevivirá a la radiación. Ambos agachan la cabeza.
Cualquiera diría que estamos describiendo una escena real sobre el resultado de la explosión de una bomba atómica. Sin embargo, estamos describiendo una escena de la película Godzilla (Gojira, 1954) Una película que ya en su momento marcó a toda una sociedad que sólo nueve años antes sufrió las consecuencias de un experimento macabro: Las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Recién liberado de una prisión china durante la Segunda Guerra Mundial, Ishiro Honda, el futuro director del largometraje que nos ocupa, quedaría horrorizado por los desastres de la Guerra y sobretodo marcado por las devastaciones de las ciudades ya citadas. Plasmar el sufrimiento por el cual pasó su pueblo fue el principal objetivo del cineasta, quien con el pretexto de rodar una película de monstruos, se propondrá a lo largo de su carrera denunciar eficazmente el uso de las bombas atómicas así como el sin sentido de la guerra.
Como una forma antropomórfica desmesurada, lenta, imparable y destructora, Godzilla es, a ojos de Ishiro Honda, la figura con la que describirá la hecatombe nuclear sucedida en Japón. Una representación metafórica en la que Godzilla arrasará Tokio como si de las bombas se tratara. Convirtiendo la película en una dolorosa metáfora real.
Para conseguir que una criatura representara la guerra y a las bombas había que tratar a Godzilla no sólo como a un monstruo destructor, si no que había que dotarle de carácter, al fin y al cabo era un animal y debía comportarse como tal. Debido a sus grandes dimensiones y enorme masa, debía moverse muy despacio imitando a un animal. Por ello, Honda optó también por un monstruo que irradiase maldad y que guardara rencor hacia los humanos.
De su largo cuello emerge una gran cabeza, cuyo rostro está formado por unos volúmenes amorfos sobre los cuales se sitúa un largo y puntiagudo hocico. Sus pequeños ojos negros y su ceño fruncido están contraídos. Sus orejas puntiagudas y su gran boca en donde los dientes afilados están dispuestos de manera desalineada y retorcidos muestran su lado más terrorífico. Con este rostro, Godzilla, de por sí, simboliza el propio terror y la parte más irracional del ser humano. Su rugido también nos describe estos sentimientos al proyectar una sensación de desazón además de estar cargado de simbolismo y melancolía puesto que nos recordará al trágico pasado.
Tenemos descrita a la bestia que encarnaría el mal, ahora expliquemos cómo Honda combina el terror con su creación y cómo reacciona la Humanidad.
Automáticamente, cuando Godzilla irrumpe en escena, es considerado como una amenaza para Japón, tanto o más peligroso que la propia bomba atómica tal y como se describe en la película. Pero no sólo se convertirá en una amenaza para ese país, sino que se convertirá en una amenaza aun mayor, una a nivel mundial, implicando a cualquier país por su detención. Este nivel de amenaza a escala mundial se debe a que Godzilla es un ser altamente radioactivo. Cualquier persona cercana a él será directamente contaminada con restos de estroncio 90, mares y ríos podrían ser conductores de este elemento y multiplicar por millares el caso real de los pescados contaminados en las islas Bikini. Un ejemplo más de la directa relación entre las bombas y el monstruo. Emparentándolos tanto como si fueran más que hermanos, como si fueran lo mismo. Otro dato importante es que Godzilla es inmune a cualquier arma convencional creada por los humanos ¿Misticismo? ¿Espiritualidad? Son posibles respuestas, aunque yo este poder lo atribuyo a que Godzilla es como una fuerza sobrenatural, como un fenómeno atmosférico, un terremoto o un tsunami, fuerzas que, hoy por hoy, son imposibles de detener.
El eliminador de oxígeno, invento super-destructivo en la película, es una verdadera amenaza para cualquiera que lo use y contra el que se use. Tan poderoso que incluso su propio creador se niega a revelar su existencia y solo permite su uso para contrarrestar un mal mayor y más tarde destruir su propio invento y su propia vida para evitar que nadie lo use ¿no veis ahí claramente a Honda dando un mensaje? Está pasando. Quiero decir que es la bomba atómica a otro nivel, pero en este caso el director humaniza al científico para aleccionar a otros que puedan descubrir algo semejante…para que hagan lo mismo que Serizawa, quizá es lo que deberían haber hecho los que descubrieron la bomba atómica.
Dicho esto creo que ya no hacen falta más explicaciones ni ejemplos para darnos cuenta de hasta que nivel el director quiso criticar el ataque sufrido por parte de los americanos y del peligro que supone el uso de las bombas atómicas, y más en aquellos años, los años de la carrera armamentística nuclear entre los EEUU y la hoy desaparecida Unión Soviética.